Ésta es una isla de arenas blancas, aguas turquesas, palmeras y cocoteros infinitos. Un paraíso para tomar el sol, practicar deportes acuáticos, disfrutar de una comida tradicional o explorar los rincones más recónditos de la isla.

Innumerables cuevas recuerdan la presencia de los nativos taínos, como la de Cotubanamá nombrada en recuerdo del orgulloso jefe indígena de esta misma región quien fuera capturado por los conquistadores españoles.

El único asentamiento de la isla, Mano Juan, es un poblado de pescadores con casas de madera de colores pastel y, a la vez, un centro de manualidades.

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